Puedo brindar por ti, aunque ya no estés, de hecho es una grata forma de hacerlo, recuerdo esas conversaciones que vivieron en un par de copas de vino y añado frases mías imaginando cuál sería tu respuesta y lo mejor es que seguimos siendo hilarantes.
Cuando no estás brindo por lo que fuimos y lo que nunca nos aventuramos a ser, masoquismo, es lo que dirías, malsana nostalgia diría yo, se acabaría el vino, y llenaríamos la noche con sexo, pero no estás y el vino tinto dura toda la noche, brindo por ti, por lo que eres sin mí, por lo que eres para mí, por la canción con la que te acuerdas de mí y sí, una vez más puedo brindar por ti aunque ya no estés.
Cuando no estás brindo por lo que fuimos y lo que nunca nos aventuramos a ser, masoquismo, es lo que dirías, malsana nostalgia diría yo, se acabaría el vino, y llenaríamos la noche con sexo, pero no estás y el vino tinto dura toda la noche, brindo por ti, por lo que eres sin mí, por lo que eres para mí, por la canción con la que te acuerdas de mí y sí, una vez más puedo brindar por ti aunque ya no estés.
La lluvia trae consigo una carga mayor al H2O, suele venir con sentimientos encontrados en el día a día de los seres humanos.
Por ejemplo, mi gusto por la lluvia se ve afectado por la tendencia del mercado en fabricar tenis de tela, es realmente complicado caminar bajo una leve lluvia paraguas en mano cuando en menos de 500 metros los dedos de los pies ya probaron el sabor del agua y apenas vas para la oficina.
La felicidad de saber que no eres peatón y la lluvia no te moja mientas conduces tu automóvil último modelo se ve ensombrecida por el caos desatado sobre la movilidad vial cuando la primera gota de agua toca el suelo.
El romanticismo de caminar bajo la lluvia viene acompañado del temor a sentirse permeado por la contaminación de la ciudad, y el siempre temor de que el día de mañana puede venir en compañía de un resfriado.
La complicidad de caminar de la mano bajo la lluvia con quién promete calentarte antes de que el frío llegue a tus huesos se ve comprometida con lo difícil que es quitarse la ropa cuando está mojada y pegada a tu cuerpo, con el agravante de que una vez te has calentado hay que vestirse de nuevo con esa ropa fría y mojada que parece ser tres tallas menos que la tuya.
Era de noche, olía a jazmín, corría licor por la sangre, el deseo imperaba los sentidos, el caminar bajo la luna, todas las condiciones estaban dadas para dar ese paso y aventurarse a una caída libre de proporciones bíblicas.
Le tomó menos de 25 segundos de mirar esos labios que solo le decían muérdeme para olvidar sus porque no y sucumbir al ¿porqué no?.
Hace ya mucho tiempo que conocía de primera mano la veracidad de los fuegos artificiales y los besos, de las mariposas y extensiones de piel tensa después de un leve roce, así que con su mejor juicio y las ansias que llevaba guardando desde hace mucho siguió.
Midió sus pasos, balanceó su peso, juntó todas sus malditas ganas, después de mucho pensarlo lo dejó de pensar y de la manera más criminal le dio ese beso que tenía en la punta de los labios y le estaba robando la cordura.