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Pamema X

Daniela tuvo una cirugía el viernes, pasó el fin de semana  (festivo por fortuna), cuidándose los puntos para que el martes al volver a la oficina estos permanecieran juntos y no se le saliera el relleno.

El martes a las 6:30 am recibió su nueva asignación, esto siempre la llenaba de entusiasmo, es lo que pasa cuando eres joven y quieres aprender muchas cosas, es eso que llaman inocencia, cuando los ajetreos del día a día aún no han forjado el carácter. 
Siendo las 10 de la mañana su entusiasmo se había convertido en hambre. 
A las 12m el hambre se había triplicado y por fin a las 12:30 pudo almorzar.
Archivo PersonalDurante el almuerzo hizo el balance de lo sucedido hasta el momento, lo primero que llegó a su mente es que no sabía en dónde estaba, sur, norte, oriente, le daba igual, solo creía saber que estaba muy lejos de lo que conocía, y una mezcla de curiosidad y preocupación pasó por su cabeza dejando preguntas cómo: ¿para dónde voy? ¿dónde vivo? ¿cómo voy a llegar a mi casa?, la tarde de Daniela fue suave, aprendió un par de cosas nuevas y  se dio cuenta que podía acceder a su cuenta de whatsapp desde el computador corporativo y llegó así a feliz termino su tarde laboral.
La existencia de un autobus corporativo fue una agradable sorpresa para Daniela, especialmente porque le dijeron que la última parada era en el centro, debería ser esa una magnífica sorpresa si Daniela supiera dónde quedaba el centro.
El viaje desde su nueva asignación hasta el centro duró un poco más de 50 minutos, Daniela nunca creyó que se alegrara tanto de ver el metro, eso le dio la confianza de saber que iba por buen camino, hasta que recordó que no sabía si estaba en el norte o en el sur.
En la última parada del bus Daniela no sabía dónde estaba, así que hizo algo que sabía la llevaría a Roma, bueno, en este caso la llevaría a casa: preguntar.
Daniela descubrió que era muy complicado regresar a casa cuando no recordaba bien las rutas de buses que la dejaban cerca, por el rostro de Daniela pasaron todas las cadenas de correo y whatsapp con final trágico la que siempre se quedaba con ella era la de la bañera con hielo y la herida en la parte baja de la espalda, así que contra todas las advertencias que le hicieron desde que tenía cinco años sobre eso de hablar con desconocidos, preguntó: ¿dónde quedaba La Alpujarra? (fue grato que saber que quedaba detrás de ella) y decidió dejarse acompañar por un desconocido hasta los paraderos de buses, eso sí, tocándose la parte baja de la espalda con el fin de proteger sus riñones.
Después de 15 minutos Daniela se dijo a sí misma que mañana no tendría pena de ponerse las gafas si con eso iba a lograr reconocer el número de bus en el que se iba a montar para regresar a casa, ya que sospechaba que se le había pasado el bus dos veces.
A las 9:45 Daniela llegó a su casa, fue por uno de sus viejos libros del colegio que no sabía porqué aún guardaba, buscó el mapa de Medellín, se asomó la ventana y descubrió hacia dónde queda el norte. 

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