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El primer libro que leí de Gabriel García Márquez fue Relato de un Naufrago, fue porque me tocó como la mayoría de libros que uno lee antes de los 16 años, me quedé dormida un par de veces al leerlo, lo leí varias veces porque tocaba hacer un análisis literario, por supuesto lo odié, me pareció aburridor, le cogí pereza a Gabriel García Márquez y por eso a mis 13 años sin saber bien qué era un Nobel de literatura lo asocié con libros aburridos.

Mi hermano que me enseñó cómo ir a la biblioteca insistía en que debía leer y aparecía de vez en cuando con libros para que yo dejara de ver televisión, un día apareció con 100 Años de Soledad, estaba predispuesta por ser del Nobel y ser el responsable del Nobel y para completar al verlo con sólo el tamaño me dio pereza, pero lo intenté, no pasé de las primeras 50 páginas, me aburrí y dije que mejor no. 

No era porque no leyera, de hecho me gustaba leer, no sé cuándo le tomé el gusto, debe ser la gran cantidad de cuentos de Los Hermanos Grimm que había en el colegio y lo mucho que me gustaba la serie los que me llevaron a la biblioteca del colegio de donde me volví cliente fiel, pasaba de Hansel y Gretel a El misterio de las Bermudas, debe ser por las ganas de saber un poco más de lo que veía en clase que para hacer una tarea de biología buscaba en cuatro libros y terminaba leyendo la biografía del científico loco de turno (un científico de verdad debe de estar loco).

Cuando estaba en la universidad en mi búsqueda por ser de mejor familia intenté leer nuevamente 100 años de soledad lo intenté, seguro que lo intenté, cargaba el libro en mi morral para leerlo entre clases o mientras esperaba un computador disponible en la sala de sistemas, pero nuevamente fracasé, el libro estorbaba mucho en la maleta y prefería hacer algoritmos que leer algo aburrido como un Nobel

Después del colegio encontré cómo hacer con la lectura y la soledad un dúo dinámico (aunque nunca me he sentido sola, siempre soy mi mejor compañía), el que me gustara lo que estaba estudiando y la disponibilidad de algunos libros técnicos en la biblioteca de la universidad me entretuvo por un buen tiempo, también leía uno que otro cuento que mencionaban en clase y por fortuna lograba encontrar en la biblioteca.

Cuando viví sola  en Cali la ausencia de televisor me reencontró con la lectura, eso y la Librería Atenas en la que podía encontrar libros de segunda en buen estado y a buen precio, tanto que me sentía lo suficientemente osada como para comprar un libro de 300 páginas en 5000 pesos dispuesta a invertir el tiempo necesario en leerlo y sí no me gustaba dejarlo en un bus; me sentía muy bien leyendo lo que quería, pasaba noches completas y entendí que no podía leer algo que me gustara después de las 11 de la noche sí quería estar despierta al día siguiente en el trabajo.

Lo bueno de leer como pasatiempo es que se vuelve algo rico, algo de lo que uno quiere más, algo que se va necesitando, eso de perderse entre mundos es algo que resulta fascinante, niñox ha contribuido con mi pasatiempo, disfruta de regalarme libros para que lea las historias y luego se las cuente, aveces uno que me gusta a mi, a veces uno que le gusta a él pero que por estar entretenido instalando y compilando no va a leer, también sé que es porque mientras yo esté leyendo estoy fuera de este mundo y así se libra de mi por un buen rato.

Con el tiempo me reconcilié con Gabriel García Marquez, cuentos como: La luz es como el agua, El rastro de tu sangre en la nieve, Isabel viendo llover en Macondo (Después de leerlo recordé que fue lo primero que leí de él porque estaba en un libro de español de quinto de primaria de mi hermano, lo leí cuando tenía unos 10 años porque en ése entonces me di cuenta que me gustaba ver llover), Algo muy grave va a suceder en este pueblo, Los funerales de mamá grande, La otra costilla de la muerte y mi favorito: Ojos de perro azul,  me hicieron pensar que a lo mejor debería darle la tercera oportunidad a 100 Años de Soledad.

Entre finales del 2007 y principios de 2008 le di la tercera oportunidad, no recuerdo sí lo compré o me lo regaló niñox, pero esta tercera vez sí lo logré, tal vez porque lo hice por gusto, no por parecer de mejor familia, no porque sentía que era algo que uno como buen colombiano debe hacer para sentirse orgulloso de su pueblo, no porque estaba desparchada, esta vez no me parecieron muchas sus 700 y algo de páginas, está vez me encontraba ávida por los personajes, por la historia, esta vez llegué hasta el final, esta vez entendí la diferencia entre un Best Seller y un Nobel.

La tercera vez entendí que se necesitarían más 100 años de soledad para leer todo lo que se quiere.